Balint es un robot que se cree inteligente y la palabra a subrayar aquí no es inteligente si no cree, pues creer que uno es una cosa u otra equivale a tener consciencia de sí mismo y eso para un robot es un salto espectacular. En realidad esa creencia es más bien una ilusión programada por el grupo de científicos e ingenieros que diseñaron y construyeron a Balint.
Balint tiene dos brazos, dos manos, dos piernas, dos pies y un torso redondo donde se encuentran su cerebro y lo que podríamos llamar cara. Su estatura es de quince centímetros y puede transformarse en pelota; de ahí su nombre Balint, que es una palabra compuesta por Ball (pelota en inglés) e Intelligence (Inteligencia en Inglés).
Balint es un robot autónomo, desde el punto de vista que su fuente de energía está con él, puede trasladarse de un lado a otro ya sea rodando o caminando. Recarga su energía durante el día usando luz artificial o solar y si requiere carga adicional puede conectarse por sí solo en cualquier enchufe eléctrico. Su cerebro se encuentra distribuido entre los circuitos electrónicos de su cabeza y la red de computadoras del laboratorio de la Universidad que a su vez están integradas a la red que es Internet.
¿Ya no quieres seguir practicando insultos?
¿Tú? ¿Piensas? Eso si es una ilusión.
Balint rodó desde donde estaba y se transformó de pelota en el pequeño robot que me gustaba tener sentado a un lado del teclado de mi computadora. Balint no solo investigaba para mi algunos temas de lo que yo escribía si no que también me servía para ordenar y desenrollar mis ideas, que siendo en principio aleatorias y compactas, eran difíciles de entender, filtrar y seleccionar con el fin de predecir todo su potencial.
Yo consideraba a mi cerebro como un motor de movimiento continuo que con sus aspas desplazaba el flujo de eventos discretos a los que llamamos pensamientos, que en su mayoría se generan desorganizados y acompañados de ruido mental.
Las acciones de pensar, hablar, escribir, crear música, pintar, dibujar, meditar y la danza, entre otras muchas expresiones humanas, son formas de organizar y darles forma coherente a los eventos mentales que llamamos pensamientos. Son maneras de obtener del caos mental, el fruto de la inteligencia humana.
Sabía que si no me concentraba al menos un poco, los productos de mi mente, o sea los pensamientos desorganizados y el ruido mental, me llevarían de un lado a otro, sin encontrar un destino final interesante.
Mi experiencia me había llevado a la conclusión que el caos mental era el modus operandi del cerebro humano y por ello necesitábamos formas de organizarlo y mantenerlo a raya, ya fuera viendo la televisión, leyendo un libro, conversando con alguien o escuchando música.
Me parecía que dejar a la mente correr sin estructura y sin un fin no era muy productivo cuando deseabas crear algo concreto o descansar, aunque por otra parte, dejar correr la mente para soñar, imaginar constructivamente y así crear algo original podría resultar en algo maravilloso.
Las conversaciones con Balint me ayudaban a obtener de mi modo de operación normal, mejores formas de pensar y me retaban a hacer mejores preguntas.
Balint con su cerebro puramente lógico, que operaba a una velocidad millones de veces más rápido que mi mente y cuyo acceso integrado a la bastedad de información en Internet no tenía comparación con la capacidad de manejo de información de mi memoria. Así es que tener a Balint junto a mi era una gran ventaja para ayudarme a pensar y escribir, que era mi profesión.
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Códice Moncam