Llevo un mes programando mi cerebro para escribir al menos 300 palabras al día. Hasta ahora el programa ha funcionado. Mi objetivo ha sido crear la rutina diaria de expresar lo que pienso en un momento del día, o durante varios momentos según sea el caso. Algunas veces comienzo a escribir y sin mucho esfuerzo logro las 300 palabras o un poco más. Otras veces comienzo y no tengo mucho que decir, entonces me detengo e intento más tarde. Algunas veces necesito cuatro o cinco intentos para poco a poco ir tejiendo el número de palabras meta.

Programar mi cerebro para realizar una actividad nueva o alguna que he realizado esporádicamente pero que quiero ejecutar con consistencia implica pensar en mi como sí fuera un robot y con esa visualización en mente, defino que tipo de entradas al sistema se requieren para que la rutina se ejecute. También tengo que “escribir” el programa a ejecutar, en el lenguaje que entiende mi cerebro. De nada sirve tener las entradas correctas si no hay que hacer con ellas.

Una vez que corre el programa, los sensores detectan las señales de entrada y la rutina de escribir se ejecuta, dando por resultado la escritura de 300 palabras o más.

De esta manera y durante los momentos que escribo me convierto en un robot comandado por mi mismo. Pero el programa aún presenta algunas fallas pues como describí arriba, algunas veces no escribo las palabras meta de manera continúa. En esos días alguna de las entradas falla o el contexto en el que escribo no fue escogido adecuadamente o el programa encontró algún “bug” y entonces el robot actúa erráticamente.

Convertir a mi persona en un robot por momentos del día es necesario para que lo que me proponga se realice sin que exista un pretexto de esos que los humanos somos expertos en imaginar. En el caso de los robots, una vez que su programa se ha optimizado para un fin en específico, ejecutan sin fallar las rutinas para lo que son programados.

Existen algunos objetivos importantes que quiero lograr y la mejor manera de lograrlos es que convierta mi humanidad en un robot durante varios momentos del día. Un robot muy especial comandando por mi cerebro y que ha sido programado por mi mismo. Suena raro pero está funcionado.