Muchas veces he juzgado algo como superficial y no le doy mayor importancia. Esto puede ser un error si no entiendo a la vez que el objeto, situación o incluso la persona de mi observación no es lo que es superficial si no mi punto de vista. Lo superficial lo define el tiempo que me tomo en hacer el juicio, mis prejuicios, mi ignorancia y todo aquello que se conjuga para crear lo que opino de algo.
En realidad nada es superficial si uno se toma el tiempo para observar, estudiar, analizar o simplemente ver pues hasta una pizca de polvo puede ser interesante cuando profundizamos con preguntas y encontramos las conexiones que nos llevan a concluir que la calidad de nuestra atención determina el nivel de nuestro entendimiento.
Quedarse en la superficie de algo el tiempo suficiente como para captar su textura, su forma, su color, la manera como refleja la luz, lo que esconde en la obscuridad, su olor, sus ondas y sus reacciones con el ambiente nos va llevando a comprender que en lo que llamamos superficial se refleja mucho de su profundidad.
Observar de manera superficial o profunda depende de nuestra atención y de los objetivos de nuestras observaciones.
Supongo que la atención es como una batería recargable, conforme la usamos se va descargando por lo que no todo lo podemos observar con profundidad. Por ello aunque nada sea superficial por sí mismo si podemos clasificar lo que no nos interesa en ese momento como tal, pero hay que hacerlo con esa consciencia y de vez en cuando darle un vistazo doble a lo que hemos por un tiempo ignorado, quizá en alguna de esas cosas encontremos una idea interesante.
A dónde dirigimos nuestra atención se encuentran las cosas con las que construimos nuestra realidad por ello hay que saber escoger como gastamos nuestra energía mental de cada día.
Códice Moncam