Hay varias formas de observar. La que más uso es la casual, la que no tiene una intención particular. Es más muchas veces cuando estoy viendo ni siquiera observo, sólo utilizo mi vista para estar consciente del espacio donde estoy o para moverme a través de él. Eso es lo que creo pero mi cerebro está procesando inmensas cantidades de información que ni siquiera proceso conscientemente.
Hay muchas cosas que nuestro cerebro hace sin que estemos conscientes de lo que realiza. En mucho, los seres humanos operamos en automático, más cuando estamos inmersos en las rutinas que llevamos haciendo meses o años. Una buena parte de la vida se nos pasa operando como robots, siguiendo instrucciones que hemos programado con lo que estamos acostumbrados a hacer. A estas rutinas repetitivas les llamamos hábitos.
Cambiar hábitos es bastante difícil pues implica reprogramar códigos instalados en nuestro cerebro a fuerza de repetición. Esto es algo que sabe hacer nuestro cerebro, repetir rutinas una y otra vez ya sean estas benéficas o no para nosotros. Por ello conviene hacer consciente lo que hacemos todos los días, observando nuestra vida como sí fuéramos un testigo pasivo que aunque no pone atención profunda a cada uno de los detalles de cada actividad o cada conversación, logra determinar cuando algo está fuera de lugar.
No he hecho una lista de los hábitos que tengo pero no estaría mal crearla para saber cuales de mis hábitos son conducentes al futuro que quiero vivir y cuáles no. Para hacer esta lista entonces tendré que volverme un observador de mi vida, al menos durante la próximas semanas. Una vez que tenga esta lista podría hacer un análisis de los hábitos buenos que le hacen falta a mi vida. Entonces al menos una parte del sistema operativo de mi vida que se conduce como robot, estará ejecutando actividades que mi parte consciente está programando.
Códice Moncam