Cada mente crea su propio mundo interior, uno que es personal y que raramente compartimos. Es el mundo de los pensamientos íntimos, que incluso para nosotros mismos, llevan tiempo descifrar. Es el mundo que se alimenta con todo lo que vemos, sentimos, escuchamos y que usa esa materia prima para auto generar pensamientos de los que no tenemos control consciente.

La mente no se detiene nunca, siempre esta ahí produciendo algo a lo que tenemos que poner atención consciente para descifrar. A ese ponerle atención le llámalos pensar. Cuando pensamos le ponemos atención al flujo de imágenes y a la voz interior. Entonces le intentamos dar forma, analizamos lo que encontramos y algunas veces sacamos una conclusión. Lo que comunicamos con control es resultado del proceso anterior, si es que nos tomamos el tiempo de realizarlo. Muchas veces no y terminamos diciendo algo que no queríamos decir. Terminamos ofendiendo a alguien que queremos o mostrando un lado íntimo que se ha estado cociendo dentro de nosotros pero que no aprobamos. Por ello monitorear la materia prima que recibimos a través de nuestros sentidos es esencial para mantener una mente dentro de los parámetros de nuestros valores. Los humanos actuales estamos bombardeados por imágenes e información que con intención o no pretenden modificar nuestros procesos de pensamiento y su resultado. Si no le ponemos atención a nuestro contexto informativo podemos llegar a ser todo menos lo que queremos ser, o queríamos ser cuando teníamos bajo control a nuestra mente.

¿Qué tanto de lo que pensamos es resultado de nuestra propia capacidad de soñar, imaginar, crear, deducir, analizar y que tanto proviene de ideas que se han plantado en nuestra cabeza solo por que las hemos escuchado miles de veces?

¿Qué tanto somos producto de nuestro ambiente y que tanto somos productos de nuestra propia voluntad?

El mundo interior de cada persona es programable y de cada quién depende quien lo programa y como se realiza este proceso. Ser una persona original resulta de tener consciencia que la materia prima de los pensamientos contiene un grupo de instrucciones que nos intentan uniformizar y estandarizar.