Los bebés científicos
Los bebés y los niños pequeños son como el departamento de Investigación y Desarrollo de la especie humana.
- Psicólogo Alison Gopnik.
Los bebés, es decir los pequeños seres humanos que lloran, que no saben ir al baño por sí mismos, que balbucean y se ríen de las babosadas que hacen los adultos en su cara, están diseñados para aprender y lo hacen usando los principios básicos del método científico.
Un bebé interroga al mundo que lo rodea con todo lo que es, lo explora, realiza hipótesis, comprueba si su teoría funciona o no, analiza resultados, se hace más preguntas e intenta de nuevo, una y otra vez hasta que una de sus teorías resulta cierta y entonces repite lo aprendido varias veces hasta que se vuelve un maestro en la materia.
Este ciclo lo repite con todo lo que está a su alcance y lo hace cada vez mejor mientras se va convirtiendo de bebé en un niño de 5 o 6 años.
Entonces algo determinante sucede en su vida, el niño es enviado a la escuela y la curiosidad natural, el impulso del aprendizaje orgánico, son reemplazados paulatina y seguramente por la motivación externa de los exámenes y los resultados de estos, las calificaciones.
El aprendizaje entonces se transforma de algo natural, auto-impulsado y divertido en algo impuesto, artificial y poco espontáneo.
Lo que sucede todos los días en las escuelas, colegios y universidades, de manera general pues seguro hay varias y muy buenas excepciones, es seguir un sistema que inhibe la curiosidad, la creatividad y la individualidad premiando la fidelidad en el seguimiento de un programa impuesto por comités, la adaptación a la realidad artificial de la escuela y el conformismo con un buen promedio.
Lo que más se pierde al recibir el tratamiento educativo de los sistemas escolares tradicionales, ya sea como niño, adolescente y adulto joven, es la curiosidad y con ello la capacidad de aprender por uno mismo.
Es posible lograr, que cada uno de nosotros, gente despierta, recupere su curiosidad y con ello la motivación interna por dirigir su propio aprendizaje, sin importar en que etapa de la vida nos encontremos, para entonces desarrollar cada vez más eso que nos dice la vocecita que escuchamos dentro de nuestro cabeza, que nos dice lo que nos gustaría hacer con nuestras vidas y nos guía hacia actividades en las que podemos ser muy buenos.
Una vez que escuchemos a nuestra intuición podremos trabajar intensamente en desarrollar nuestras habilidades para darle forma a las grandes ideas que se nos ocurren mientras exploramos el mundo.
Se trata de decir de nuevo, yo aprendo, afirmando que quien tiene el control de su aprendizaje y con ello de su vida, es uno mismo.
Lo primero que construimos cuando aprendemos es la propia arquitectura cerebral, es decir, las estructuras y conexiones entre nuestras células cerebrales. Lo que está dentro de la cabeza de una persona es responsabilidad de sí misma, no de un sistema escolar y menos de un gobierno.
Cada persona debe aceptar la responsabilidad de su propio cerebro, lo más pronto posible y la mejor manera es tomando las riendas de su aprendizaje, dejándose guiar por su curiosidad natural y usando el método científico empleado por los bebés del mundo, que al fin y al cabo todos fuimos uno.
Códice Moncam