El GPS de mi teléfono sabe las coordenadas de mi localización en el planeta tierra. Con esa información puedo programarlo para que ejecute algún programa o aplicación cada vez que visito ciertos lugares. Por ejemplo podría tocar música de elevador cada vez que me subo a uno, si es que ese tipo de música no está sonando ya y me muero por escucharla. No claro que no. ¿A quién le gusta la música de elevador?
Suena interesante crear aplicaciones basadas en localización y esto no es nada nuevo, ya hay cientos o más de ellas disponibles para Android, iPhone, etc.
Más interesante puede ser lo que podemos hacer con la tecnología de fábrica que traemos los seres humanos para saber donde estamos, por ejemplo, ¿qué programas podríamos ejecutar cada vez que nos encontremos en el portal de nuestra casa? ¿Será que nos podremos detener un segundo cada vez que salgamos de la casa para pensar en algo que vaya programando nuestro cerebro a agradecer que tenemos un lugar desde donde salir hacia la conquista del mundo? O qué tal cuando regresemos cansados de estar fuera todo el día, ¿será que podamos reconocer con nuestro GPS humano que hemos llegado a una casa en donde no sólo podremos descansar si no además intentar dar lo mejor de nosotros mismos?
Los lugares que visitamos cada día, los lugares desde donde partimos y a los que regresamos sin falta, pueden ser puntos de referencia para programar cierto tipo de pensamientos en nuestro cerebro para enfocar la dirección de nuestra vida hacia donde queremos llegar en el futuro. Usar nuestro GPS internó para programar en nuestra vida hábitos de pensamiento o acción quizá nos ayude a crear cada vez más el tipo de experiencias que queremos vivir.
Muchas veces le damos más importancia a la tecnología externa que hemos creado y olvidamos que sobre nuestros hombros tenemos la computadora más poderosa del universo.
Códice Moncam