Cuando puedo cambiar algo es en el presente. En el futuro se encuentran las consecuencias de haber cambiado o de no haberlo hecho.
Hay al menos dos tipos de cambios, los que se van realizando en pequeños movimientos y los que son radicales. A los primeros les llamo cambios del 1% y a los segundos del 100%.
Muchas veces buscamos los cambios al 100% cuando algo no nos satisface para nada, algo que ya no podemos tolerar, algo que vemos que está muy mal. Entonces creamos un plan de ataque, un tiempo para realizarlo y al final de la ejecución del plan esperamos haber dado la vuelta a la tortilla. Estos cambios del 100% son muy difíciles de lograr y en general requieren una gran cantidad de energía, tiempo, recursos, conocimiento, colaboración, voluntad y quien sabe que más. En base a ello me parece que son pocos los planes de este tipo que debemos tener en nuestras agendas de cambio.
Por otra parte están los cambio menos ambiciosos, esos del 1%, que no cambiaran las cosas de manera inmediata pero que si son sostenidos, en el futuro se llegará al punto de ruptura en donde será más fácil implementar un plan digamos “20%” que nos de como resultado un cambio radical. Algunos cambios pequeños, ejecutados con maestría, van comprimiendo poco a poco el resorte del cambio, hasta el punto en donde la energía potencial acumulada se libera y somos lanzados a un nivel mucho más alto que la suma de cada uno de los cambios del tipo “1%”.
Los cambios del tipo “1%” tienen la ventaja de ser más fáciles de lograr que cualquier otro mayor, requieren menos recursos, menos energía, menos tiempo. La clave está en elegir bien cuáles cambios pequeños podemos implementar en nuestra vida y en el presente para que se vaya comprimiendo el gran resorte del cambio.
Códice Moncam