Se mide la calidad en los procesos de manufactura con el fin de controlarla. Las piezas que se producen deben de medir dentro de cierta tolerancia si no son rechazadas.
En el proceso de escribir quien mide la calidad es el escritor. Aquí no existen instrumentos de medición objetivos como en los procesos de manufactura. La calidad del texto es subjetiva, depende del gusto de quien escribe. Luego depende del gusto de quien lee. Hay tantos juicios de valor de la calidad de lo escrito como personas lectoras.
Cada persona al juzgar la calidad de lo que esta leyendo usa su conocimiento previo, su cultura y su sentido de la estética.
Claro existen parámetros de calidad de la palabra escrita, que pudiéramos considerar objetivos, como la ortografía por ejemplo. Más allá de eso tengo que reconocer que no puedo en este momento dar algún otro parámetro. No quiero inventar otros, que seguro existen en las mentes de quienes juzgan sí un libro es digno de publicarse o no. Este es otro de los tantos temas que me gustaría conocer más. No tanto para volverme crítico de textos, pues para decidir que leo o no, uso más que nada mi curiosidad. Aunque si encuentro libros que tocan temas que me interesan y a mi juicio están bien escritos, perfecto.
Quiero saber más sobre la palabra escrita y su calidad porque quiero ser cada día un mejor escritor. Una de las cosas que busco cuando escribo es no dejar a quien lee confundido o aburrido. Me interesa sobre manera ser claro, preciso en la comunicación de ideas, capaz de conectar con otras mentes a través del espacio y el tiempo. Más que nada que lo que escribo tenga algún sentido para quien lee.
Escribir es una de las actividades que más me ayudan a pensar, pero estoy descubriendo que con ello no estoy pensando usando todos mis recursos mentales. Existe otra forma de pensar que estoy aprendiendo, se llama “garabatear”, ya escribiré sobre ello.
Códice Moncam